Las perseidas son en realidad trozos del cometa Swift-Tuttle que cada 133 años visita la Tierra.
Al pasar, el cometa deja una nube de escombros en medio de la órbita terrestre, y cada vez que nuestro planeta atraviesa esa región, estos pedazos ingresan en la atmósfera terrestre a una velocidad de 60 kilómetros por segundo.
Cuando chocan con la atmósfera, calientan el aire a su alrededor y generan líneas fugaces de luz que se ven todos los años desde la Tierra entre el 17 de julio y el 24 de agosto.
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